El ascenso, caída y nuevo ascenso de los psicodélicos.

Autor: Luna Licenciada en ciencias con experiencia en plantas psicoactivas y medicinales. Redactora de contenidos, investigadora y entusiasta de la antropología.

"Para hacer este mundo mundano sublime,
Tome medio gramo de fanerotime "
"Para comprender el infierno o volar angélico
Solo toma una pizca de psicodélico ”

[ “To make this mundane world sublime,
Take half a gram of phanerothyme” 
“To fathom Hell or soar angelic
Just take a pinch of psychedelic” ] 

Y así, se creó la palabra 'psicodélico'.

Al marcar el comienzo de una nueva era en la investigación psicodélica, Humphry Osmond anunció la palabra 'psicodélico' en la reunión de la Academia de Ciencias de Nueva York en 1957. 'Psicodélico' sería la nueva palabra para describir los efectos de drogas como la mescalina o LSD, que hasta ese momento solo podía ser descritos a través de palabras como alucinantes o psicóticos, demasiado cargadas de connotaciones negativas. La idea era tener 'psicodélico' como el sustituto menos duro, libre de connotaciones y verdaderamente objetivo. Ahora, cuando comenzaban a descubrirse los aspectos positivos de estas sustancias, era necesario traer objetividad a la mesa y eliminar las connotaciones culturales negativas asociadas con las drogas.

Cómo llegó la palabra

La noticia salió de un intercambio de cartas entre Aldous Huxely y Humphry Osmond, quienes primero vieron la necesidad de un cambio de palabras en la comunidad científica. Mientras que Huxley quería que fuera 'fanerotime', de las palabras griegas 'mostrar' y 'espíritu', fue la sugerencia de Osmonds de 'psicodélico' de las palabras griegas 'psique' (mente) y 'deloun' (mostrar) que terminó llegando a la comunidad científica. Desde 1953, los dos habían estado en comunicación constante con respecto a sus experimentos con mescalina y otras sustancias psicodélicas. De hecho, su intercambio de cartas comenzó precisamente cuando Huxley, después de leer un artículo de Osmond, le envió una carta pidiéndole que probara la mescalina.

Los tiempos en que ambos vivieron fueron los del cambio. En una atmósfera de posguerra, el uso de sustancias psicodélicas se había convertido en la puerta de entrada a nuevos mundos imaginarios. De lo espiritual a lo científico, las sustancias psicodélicas se convirtieron repentinamente en el centro de atención para algunos. El LSD, que acababa de ser descubierto en 1938, lentamente estaba ganando protagonismo entre las mentes curiosas. La mescalina, que se conocía desde hace mucho tiempo, de pronto era redescubierta por aquellos en las artes y las ciencias.

Primer encuentro con las drogas

La primera vez que Osmond entró en contacto con la mescalina y el LSD fue durante su estancia en el Hospital St. George en Londres, donde había obtenido un puesto psiquiátrico. Allí, junto con otro psiquiatra llamado John Smythies, vino a estudiar los efectos de la mescalina y su similitud con lo que se observó en pacientes esquizofrénicos. Poco después de que John Smythies llegara al Hospital St. George, notó que la configuración molecular de la mescalina era muy similar a la de los neurotransmisores de catecolaminas. Esta similitud inmediatamente llamó su atención ya que, tal vez, podría sugerir que la esquizofrenia, que parecía conducir a síntomas similares a los de la mescalina, podría ser causada por anormalidades en el metabolismo de la catecolamina. La hipótesis que surgió de esta observación fue una de las primeras hipótesis bioquímicas para la esquizofrenia.

El movimiento transatlántico

Emocionados por esta nueva hipótesis, tanto Osmond como Smythies pronto comenzaron a centrarse cada vez más en las causas bioquímicas de la esquizofrenia. Los experimentos con mescalina se hicieron cada vez más comunes y la autoadministración de la droga se convirtió para ellos en la puerta de entrada a las mentes de los pacientes. A pesar de sus esfuerzos y resultados relativamente exitosos, sin embargo, la comunidad científica británica vio su trabajo con poco entusiasmo. Por lo tanto, en 1951 Osmond decidió mudarse a Canadá (Saskatchwan), donde podría continuar con su trabajo en el Hospital Mental Wyburn, con fondos del gobierno canadiense y la Fundación Rockerfeller. Allí, los experimentos continuaron y después de un año de trabajo, en 1952, publicó un artículo (EN) en colaboración con Smythies en el que presentaron sus hallazgos.

Un espacio para los inventos

El Hospital Mental Wyburn representó una nueva etapa en la carrera de Osmond. Allí, después de asumir el rol de director clínico, Osmond transformó el hospital en un laboratorio de investigación donde se realizaron una serie de experimentos y observaciones sobre el uso de drogas psicodélicas. Durante esos años, Osmond y Abram Hoffer, un bioquímico y psiquiatra canadiense, mejoraron aún más sus ideas sobre la esquizofrenia y desarrollaron nuevas hipótesis sobre el posible uso de LSD como tratamiento para los alcohólicos. Además, Osmond puso en marcha un cambio total en la forma en que se pensaba la psiquiatría en ese momento. Después de participar en una ceremonia de peyote con la Iglesia Nativa Americana, Osmond se dio cuenta de que el espacio en el que vivían los pacientes también estaba afectando, incluso empeorando, sus síntomas. Por lo tanto, decidió poner un poco de esfuerzo en la construcción de espacios arquitectónicos más seguros, que acuñó 'socio-arquitectura', ahora conocida como 'psicología ambiental'.

Para lograr su objetivo de una arquitectura hecha específicamente para dar cabida a pacientes con enfermedades mentales, Osmond invitó al arquitecto Kiyoshi Izumi. Lo que vino después fue uno de los proyectos más notables en arquitectura de la época. Como el objetivo era que Izumi diseñara un espacio adecuado para quienes padecen alucinaciones, Osmond sugirió que, tal vez, sería una buena idea que Izumi experimentara las alucinaciones él mismo. Lo que siguió fue una serie de sesiones diferentes en las que el arquitecto, que hasta ese momento no tenía mucha experiencia con psicodélicos, tomaría 'el gigante quijotesco', cómo Osmond llamaba el LSD, y pasearía por el edificio para experimentar lo que los pacientes experimentaban. De los múltiples viajes de LSD y de muchas conversaciones con pacientes, Izuki llegó a diseñar lo que llamó el plan 'sociopetal': el hospital mental casi perfecto.

Los objetivos principales del diseño eran proporcionar la mayor privacidad posible, minimizar la ambigüedad arquitectónica, no tener características intimidantes y fomentar interacciones espaciales que reduzcan la frecuencia e intensidad de las confrontaciones indeseables. Lamentablemente, sin embargo, el diseño fue considerado demasiado "radical" por el Departamento de Servicios Psiquiátricos y los códigos de construcción. Se tuvo que hacer una 'reinterpretación' del diseño, teniendo en cuenta los comentarios de los demás involucrados. El diseño final, para el ojo inexperto, todavía se parecía mucho a un edificio estándar de la época. Sin embargo, con una mirada más cuidadosa, uno pronto se daría cuenta de los pequeños cambios que se habían realizado. Las habitaciones se hicieron específicamente para que los pacientes pudieran sentirse seguros y no observados. El reloj y el calendario se colocaron cuidadosamente alrededor del edificio para garantizar que los pacientes no se sintieran perdidos en el tiempo. Las fuentes de calor, luz y sonido fueron diseñadas para evitar crear confusión. Todo pensado con la ayuda de psicodélicos.

El significado de la palabra: psicodélico

Para Osmond, sustancias como el LSD y la mescalina eran un puente entre pacientes y médicos. Facilitaban la comunicación entre los dos y hacían que los pacientes se sintieran menos solos en su mundo. Para él, era fundamental que aquellos que trabajaban con los pacientes, ya fueran médicos, enfermeras o arquitectos (como fue el caso de Izuki) tuvieran alguna comprensión de lo que les pasaba por la mente. En psicodélicos vio tanto la forma de estar más cerca de algunos pacientes como el tratamiento de algunas enfermedades. Por ejemplo, entre 1954 y 1960, Osmond y Hoffer lograron tratar a unos 2000 alcohólicos con LSD. De los tratados, del 40% al 45% no habían vuelto a beber un año después.

Fue una pena que, algunos años después de que la investigación de Osmond comenzara, repentinamente tuviera que detenerse debido a razones políticas. En la década de 1960, comenzaron a surgir regulaciones con respecto a sustancias como el LSD y la investigación sobre las drogas se hizo casi imposible. La palabra "psicodélico", que había venido con la intención de contrarrestar las connotaciones negativas de las drogas, se había convertido en una palabra negativa una vez más. Durante años, la investigación de Osmond quedó en el olvido y la historia de lo que había creado se borró. Recientemente, sin embargo, con el redescubrimiento de los efectos beneficiosos de los psicodélicos, el trabajo de Osmond finalmente ha comenzado a ver la luz nuevamente. Ahora, casi 30 años después de su muerte, el trabajo de Humphry Osmond ha vuelto a la vida y, con ello, la esperanza de una nueva forma de psiquiatría y una nueva comprensión del cerebro humano.

Luna Licenciada en ciencias con experiencia en plantas psicoactivas y medicinales. Redactora de contenidos, investigadora y entusiasta de la antropología.

Nacida en Brasil, en el corazón de la región del Pantanal, donde confluyen tres biomas diferentes y donde interactúan muchas culturas indígenas, Luna siempre ha sido consciente de las diferentes formas en que se puede vivir la vida. Su misión es explorar todas las formas de vida que pueda y celebrar esta diversidad allá donde vaya.

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